DEBO BATALLAR POR MIS HIJOS

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Proverbios 22:6

Nuestros hijos son bombardeados constantemente por el enemigo, porque hay un botín que es el espíritu de ellos.

Una madre dijo: «No estoy preparada para ceder o negociar hasta que mis hijos sean mayores y tengan suficiente sabiduría para distinguir a sus amigos de sus enemigos, tengo la responsabilidad de dirigir por ellos tanto su defensa como su ofensiva».

Asegúrate de que tus hijos tengan las armas necesarias para ganar la batalla en la vida; y si todavía no las tienen batalla por ellos, pero no los dejes solos. Batalla porque tienes las armas de Dios para la defensa de tus hijos. Sé que es difícil hablar de ellos, es grande la lucha, y a uno le gustaría tener una fórmula pero no la hay.

No dejes  a tus hijos porque son tu herencia.

¿Cómo cuidarías una herencia de muchos millones de dólares? ¿Cómo la invertirías?

Nuestros hijos son nuestra herencia y Dios nos dio la capacidad de tener autoridad sobre ellos para guiarlos.

Instruye al niño en su camino , en el de Él, no en tu camino, porque cuando sea viejo no se apartarará. Lo que tienes que hacer es soltar la palabra, decirle: «Hijito para esto eres bueno», «Hijito tu naciste para esto», «Yo veo tus capacidades».

«Ah! ¿cómo voy a hacer? Ya perdí la esperanza, mi hijo está en la cárcel, mi hijo se droga, mi hija está embarazada, mi hija está separada». No te des por vencido no confieses eso, todo lo podemos en Cristo.

Jairo recibió la noticia de que su hija había muerto.  

¿Qué cosas se murieron en tu casa? ¿Qué cosas se están a punto de morir ?

Y le dijeron no molestes al maestro.  Muchas veces dejamos de orar. Ya no molestamos a Dios, no oramos más por nuestros hijos». Y pensamos: «No le voy a pedir de nuevo lo mismo a Dios, si Él ya sabe el sufrimiento que tengo con mi hijo».

Jesús le dijo: «Jairo no dudes, no temas, cree solamente».

Dios nunca se cansa. ¿Por qué se va a cansar si ya conoce la victoria? ¿Por qué se va a cansar si Él está más interesado que tu en que tu hijo o hija le adore? Por eso cuando alguien o tu propia mente te diga: «No molestes más al maestro por el tema de tu hijo, Dios no se molesta». Él te dirá: «No temas, cree solamente».

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