La verdadera visión no es producto de tus ojos naturales sino de tus ojos espirituales. La fe es la que nos dará la convicción de lo que no se ve, entonces, cuando empiezas a ver lo que no se ve, estarás observando algo que otros no llegan a ver. Nosotros los cristianos no caminamos por lo que sentimos o palpamos sino por lo que creemos. No miramos las cosas que se ven sino las que no se ven, porque las cosas que se ven son temporales pero las cosas que no se ven son las eternas. Cuando pones tu mirada en las cosas eternas la visión se abre y los límites se rompen porque para Dios no hay limitaciones. Cuando comprendes la dimensión espiritual descubres que no hay límites para tu vida y la de tu congregación porque Dios no está limitado.
Ahora bien, fe es la realidad de lo que esperamos. Es la prueba palpable de lo que no podemos ver. Hebreos 11:1 (PDT)