Juan 14:1-3 RV60
1 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.
2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
INTRODUCCIÓN:
El Señor continúa el sermón que comenzó tras la salida de Judas. Lo más probable es que todavía estuvieran alrededor de la mesa donde habían comido la pascua. En todo caso el tema seguía girando sobre la afirmación que el Señor había hecho un poco antes: «A donde yo voy, vosotros no podéis ir» (Jn 13:33).
«NO SE TURBE VUESTRO CORAZÓN«
(Jn 14:1) «No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.»
El verbo griego «turbar» expresa una conmoción que invade toda la persona, una sensación de miedo, un escalofrío. Era un hecho que los discípulos estaban turbados, pero el Señor quería llevar la calma a sus agitados corazones, que como ya hemos dicho, en esos momentos empezaban a encontrarse hundidos en un estado de confusión y perplejidad.
«CREÉIS EN DIOS, CREED TAMBIÉN EN MÍ»
Aquí se nos ofrece el único remedio eficaz contra la turbación de corazón: la fe en Dios. Este es el mejor bálsamo para aliviar los corazones atribulados. Veamos cómo lo expresó el profeta:
(Is 26:3) «Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.»
En muchas ocasiones la angustia llama a nuestras vidas por mil y una razones, y en cada caso es una nueva ocasión para renovar nuestra confianza en Dios y en su Hijo. No hay duda de que ésta es una de las razones por las que Dios permite las pruebas en nuestra vida.
«EN LA CASA DE MI PADRE MUCHAS MORADAS HAY»
(Jn 14:2) «En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy pues, a preparar lugar para vosotros.»
A continuación el Señor les hizo una promesa con la que nuevamente sorprendería a sus discípulos. Su reino no sería aquí en la tierra sino en el mas allá.
En todo caso, quedaba claro que a partir de este momento ellos se estaban convirtiendo en peregrinos en este mundo, personas que no tenían un lugar permanente aquí, sino que se dirigían hacia una meta más allá.
El cielo es seguro para los creyentes
Un importante motivo de ánimo para los discípulos era que el cielo es un lugar seguro para ellos. La palabra de Cristo es la mayor garantía para esa seguridad: «si así no fuera, yo os lo hubiera dicho«
VOY PUES, A PREPARAR LUGAR PARA VOSOTROS»
El Señor les había hablado de su partida y les había dicho que ellos no le podían seguir por el momento. Ahora les explica que esa partida no implicaba una separación permanente de ellos, de hecho, él no iba a abandonarlos, sino que se disponía a preparar un lugar para ellos en el cielo, en la casa de su Padre a fin de que pudieran estar siempre juntos.
«VENDRÉ OTRA VEZ, Y OS TOMARÉ A MÍ MISMO»
(Jn 14:3) «Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.»
Cristo no sólo iba a prepararles lugar en la casa del Padre, sino que una vez que lo hubiera hecho, les anuncia que retornaría para venir a llevarlos a su morada eterna: «Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez«.
¿A qué momento se refería el Señor cuando dijo: «vendré otra vez»?
El acontecimiento que mejor se adapta a lo que el Señor dijo aquí tiene que ver con su futura Venida en gloria a recoger a su pueblo en las nubes. Tal como leemos en otros pasajes (1 Ts 4:13-18) (1 Co 15:51-58), se trata de una Venida literal y personal de Cristo.